01 febrero 2007

Cronica: Simulacros de Bombas Nucleares

El país se despierta con los primeros rayos de sol y mientras el pueblo se prepara para comenzar un nuevo día el 1 de febrero, los estudiantes de la Inmaculada encaminan sus destinos a uno de los hángares de Isla Grande, base de la Guardia Nacional. Las altas expectativas no se dejaron aplacar por el sueño que muchos tenían a las 5:30 de la madrugada donde debían partir del colegio. Todos sentían que como voluntarios en el Simulacro de Bombas Nucleares, estaban formando parte de un evento relevante.

Las nubes grises a las 6:35 am, hora del inicio de la travesía, amenazan con arruinar la actividad pero no moderaron la emoción desbordante de los estudiantes (de teatro y ecología) al observar la pista de aviones y los uniformes verdes y marrones, símbolos de la presencia militar. La paciencia como virtud se apoderó del grupo tan pronto pisaron el estacionamiento de la base, donde recibieron instrucciones del Comandante en Jefe y esperaron su turno hasta que la llovizna apuró la entrada al hángar. Fueron sus ojos, los testigos de la seriedad del suceso.

José Ramírez, de la Agencia de Emergencias y Sandra Arrollo, representante del Proyecto CaRIBE (Chemical agents Radiation, Incendiary, Biological, and Explosive devices) se acercaron al grupo de 45 estudiantes, del único colegio participante puesto que los demás voluntarios eran universitarios y retirados del ejército; y revisaron los puntos que en la charla del lunes 29 de enero celebraron en el teatro del Colegio. El objetivo de la unión de éstas dos agencias era determinar cómo trabajarían los hospitales ante una emergencia, utilizando el equipo Hazmant para la descontaminación de agentes químicos otorgado por un dinero federal. Los hospitales participantes dependían del éxito del simulacro para no perder su acreditación por tanto, debían controlar la situación como si fuera auténtica.

La simulación, imitación fingida que se hace de una cosa ó situación, en éste caso era en un día familiar, donde la Guardia Nacional preparaba paletas para enviar comidas y artículos de primera instancia a los soldados en Irak; fue entre la recolección que una persona no identificada (posiblemente un terrorista) infiltró consigo un paquete explosivo que generó la muerte y las heridas de los presentes. Los voluntarios fueron cubiertos por vaselina (para la adhesión permanente del maquillaje), cenizas, polvo y sangre. Pocos fueron los que recibieron heridas graves, como Miguel (8vo) cuya piel facial fue desgarrada y su estado inconsciente; Henry (9no) quién fue socorrido de emergencia por una oreja inflamada y otras quemaduras graves, entre otros.

Fue entonces cuando se realizaron, dos eventos simultáneos: la búsqueda y rescate de heridos, y la movilización de víctimas.
Una vez fue dada la orden de inicio, un humo blanco cubrió el escenario cuyo suelo era papel cartón y los gritos de ayuda complementaron la veracidad de la acción. Dos horas pasaron para la movilización absoluta de heridos a los hospitales correspondientes. Sus ropas fueron removidas, dejándolos sólo con su traje de baño como se haría en un caso de la vida real, con la única excepción de que el traje sería su piel. Ya en el hospital los desintoxicaron con duchas y verificaron sus síntomas. La práctica constaba de tres fases: el reconocimiento del área (que tardaba de 1 a 2 horas), el rescate y el recobrar pacientes. La asistencia de bomberos, de los agentes de desintoxicanción y los médicos añadió la evidencia necesaria para convencer a los pocos que tambaleaban ante la idea de que el simulacro era "simulado". Los hospitales estuvieron pendientes de cada uno de los estudiantes, atendiéndolos como si fueran sus "padres". Cabe destacar que dos compañeras sufrieron dos "Coca-Colas", código que se le denominó a síntomas reales para diferenciarlos de los simulados, Dariana de duodécimo (bajón de azúcar) y Cassandra de noveno (la sangre de su herida terminó entrando en su ojo).

En una corta entrevista con Ramírez, éste se enfatizó en el provecho de la actividad: "Ver la otra cara de la moneda. Los equipos no son superhéroes pero son personas que tienen que lidiar con el diario vivir." A lo que varios estudiantes reaccionaron ante la idea de que los admiran por su labor, ya que es una proeza arriesgar su tiempo por ayudar a otros. También expresaron su fascinación por el maquillaje, debido a que éste se sentía y se veía real. Entre de la desesperación por la lentitud, y el miedo interno que algunos llevaban consigo, al pensar qué pasaría si el accidente fuera verdadero y la desorganización avistada en la atención de víctimas en el hángar fuera de tal calibre, reflexionaron en el riesgo que podrían correr sus vidas si la movilización no fuese más inmediata.

Cassandra Carradero, alumna de noveno uno, comentó: "Los jóvenes a veces tratan de ignorar la realidad y éste simulacro me abrió los ojos; ver a todos, gente que tú aprecias tan débil con todo el maquillaje te pone a pensar en la realidad". En cambio, Henry, también del mismo grado, difiere: "No me abrió los ojos pero esto dá una idea de lo que podría pasar y también de cómo uno podría superar ó terminar ante ésa posición." Jessica también comenta: "Se aprendió a saber cómo actuar en tal caso." Al finalizar el día, cuando todas las mesas y bandejas se recogen, José Ramírez agregó un pequeño mensaje: "La juventud tiene muchos recursos y no le dan la seriedad que necesitan", e instó a las escuelas y universidades a "promover más eventos de ésta índole".

Ninguno de los voluntarios en el evento regresó al colegio de la misma manera en que se fue. Todos retornaron con una experiencia inolvidable. El tiempo es oro y en situaciones como ésta no medimos los conflictos de nuestros hermanos, estamos pendientes a los nuestros. Sin embargo, en momentos de crisis le tendemos la mano a quienes la necesitan aún cuando no nos la hayan pedido. ¿Acaso no somos héroes? No por carecer de un uniforme, una placa o una especialización significa que no podemos ayudar a otros, ser humanos y no dejar que el discrimen dictamine nuestros actos. Héroes somos todos los días, solo basta con aceptar el reto.

¡Creer es poder!

El grupo estuvo a cargo de María Hernández (profesora de teatro) y Leroy Cruz (profesor de Educación Física).

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hunny... that was freaking awesome!! El articulo está muy bueno... puedo imagianrmelo leyendolo en el diario, lo juro!! Y bue, debe haber sido imrpesionante presenciar el simulacro...!! Si a mi me ah resultado impresionante de solo leerlo!!!!